miércoles, 14 de abril de 2010

Presencia

Un paso.
A el le parecieron cuatro.
Otro paso.
Nada comparable ni a quien intenta superar un record establecido.

Hundió el pie en la nieve, como si exprimiera todos sus músculos para obtener un zumo de energía potenciada, y consiguió posar el otro pie que le quedaba, estrujando la nieve con todo el esfuerzo, la superación y la rabia contenida.

Y aquello fue lo último. No podía creerse lo que veía. Por primera vez, pudo utilizar el cuello para alzar la cabeza, y no para soportar las fantasías y los idilios que ésta le había proporcionado durante todo el camino. Al fin pudo ver algo más que una superficie nevada, escarpada e inclinada ante sus ojos. Ante el se mostraba su propia recompensa, su tesoro rescatado de las profundidades, su cumbre alcanzada en las alturas.

Cayó de rodillas en la nieve, sin importarle el agudo, punzante e insaludable dolor que en cualquier momento le fundiría las rodillas y doblegaría su cuerpo. Tampoco tuvo en cuenta la grave ausencia de oxigeno a esas alturas cuando se quito la mascara de aire.
Solamente disfrutó, aprendió a separar, dividir, contar y distinguir unos segundos de otros, solamente para saborear cada instantánea que le pudieran ofrecer.

Se imaginó a sí mismo realizando un giro de 360 grados sobre su propio eje, porque la fatiga y el aturdimiento no le permitían ni tan siquiera lanzar al cercano cielo un susurro de victoria. Se sintió rodeado por ríos y vertientes de envidias y celos que llegaban a el desde todas las esquinas de la esfera, como aquel que capta el aroma de una receta cocinada al horno en la sala contigua. Pensaba, y con ello se regocijaba, en todos aquellos que ni aun con la ayuda de un rascacielos se han sentido ni comparado a la misma altura a la que cualquier ave es abatida por embarcarse en la aventura de descubrir si se cumple la certeza de que encima de las nubes, todo se muestra mas claro y brillante.

No le daba importancia a que todo aquello fuera de color blanco, azul, gris, marrón o negro. Tampoco se detuvo a pensar en por qué le hacia tan feliz ni de que manera podía encontrar valioso un entorno cuya única riqueza era el agua congelada, las bajas temperaturas, y la tierra y roca como meros elementos sólidos. Y si no lo planteó, es porque le daba igual. Sabia por si mismo que aquel que es capaz de encontrar la belleza y el valor en los lugares en los que otros solo encontrarían motivos para ni tan siquiera observar o contemplar, se merecía estar allí.

Deseó que aquellas elevaciones de mas de 8000 metros tomaran forma humana, para poderlas abrazar, para conocer sus milenarias historias, para propinarle una bofetada por cada penuria que le hizo padecer en su trayecto hacia su punto mas alto.

Entonces volvió a la vida. Retornó del sarcófago en el que aquel paraje le había sumido, a una distancia de la civilización que tardo en recorrer el mismo tiempo en el que sus pupilas se adaptaron a la luz del ardiente sol, al unísono en que sus pensamientos emergían de la crisálida, para desarrollar alas y volar, dejando tras de si los recuerdos.

El regreso de su frustrado letargo lo provocó una voz emergida desde las mismas laderas que habían sido su mayor esfuerzo de superación. Alguien había logrado emitir un sonido más potente de lo que él hubiera podido pronunciar incluso con una hora de descanso y recuperación en aquel lugar.

Ella acababa de renunciar a su momento triunfal, a su conexión con la victoria sobre la adversidad, a su disfrute personal y emocional final en un viaje que distingue a los que saborean la aventura, de los que arriesgan cada paso para encontrar una respuesta y hallar un motivo que les impulse a considerar lo valioso que resulta el recorrido superado para, simplemente, saber que ha servido para algo, aunque solo se trate de una huella en un territorio que no conoce personas. Ni siquiera le importó soltar su palo que tanto le había servido de apoyo durante todo el ascenso, para con ello conseguir liberar sus manos y dejarlas volar hacia otra rama, aunque en su caso, se dirigía más bien hacia el bosque. Aquel lugar en el que ella se perdía cada noche, y en el que encontraba cada mañana la razón de sus esfuerzos y el motivo de todo cuanto había arriesgado para que nadie pudiera perderse jamás en aquel paraje que era aquella persona, en la que solo unos pocos osados y aventurados habían conseguido mantenerse cuerdos y, dentro de lo posible, aceptando su condición humana.

Ella había colonizado el particular hábitat congelado que suponía aquel hombre, porque era capaz de llevarla en un viaje sólo de ida hacia un archipiélago volcánico a cada momento de placer que le proporcionaba. Y el, le permitió volar en primera clase porque entendió que no poseía mas barreras, era imposible seguir frenando el deseo de una mujer en su empeño por descubrir lo autentico que se oculta bajo una superficie fría como el hielo. Y además, el mismo sabía que tarde o temprano su fachada caería, porque todos los muros envejecen con el tiempo. Y el no deseaba seguir ascendiendo obstáculos de forma solitaria, ni tener como única compañía a su enmudecida sombra durante sus largos transcursos y flujos a lo largo de los días.

Ya había sido suficiente, y por primera vez, aquella fortaleza, infranqueable a lo largo de los siglos, a la que se habían enfrentado ejércitos de caricias, batallones de susurros y caballerías de sonrisas, sucumbió y fue derrotada, quedando el rey al descubierto, pero no para ser ajusticiado, sino para ser amado.

Allí estaban, en lo más alto, donde nadie puede llegar manteniendo una vida de riquezas materiales ni mentiras conyugales. No podían hablar, expresarse su alegría ni su ilusión por demostrar a los inanimados espectadores de aquella escena su regocijo de haber vencido los comentarios y las habladurías. Aunque lo consiguiera, el viento no los escucharía, el frío no los abrazaría, las nubes no los observarían. Pero y qué más da, estaban el uno junto al otro. Y nada mas importaba, ni la hipotermia, ni la sed, ni el hambre, ni el peso perdido, ni la falta de higiene. Nada.

De nuevo, él comprendió algo nuevo al estar en contacto con ella. Le miro a los ojos y una vez mas, aquella fue su conversación. Se puso en pie, dejó caer todo el equipo vital que le había mantenido con vida a cada metro que había caminado, y la abrazó. No fue necesario nada más para saber que aquella bandera en la cima de la montaña más elevada no fuera lo relevante. Lo que tenia consigo, más que tangible, posible de sentir y de vivir junto a ello. Ella había tomado el relevo a la montaña y tenía el sentido de su esfuerzo y el contenido de su vida.

Las dos manos sobre su cintura, libres, porque ella es tu bastón.

lunes, 1 de febrero de 2010

Márgenes

Igual que los arcenes de la carretera, cuya máxima función es la de recoger los retazos, recuerdos y desperdicios de los viajeros extraviados por los caminos de asfalto.

Similar a los cuartos oscuros, envejecidos por las labores del tiempo, olvidados por la actividad del hombre. Almacén para retratos en papel, camas separadas, libros abandonados y faltos de atención y disfrute.

Intenta ubicarte y amoldarte en cualquier rincón apropiado para alcanzar la capacidad de asimilarse con todo aquello que siempre se promete recoger, ordenar, visitar, observar o renovar nuevamente. Obtendrás la increiblemente desprestigiada capacidad de mantenerte al margen de todo aquello que conforma la inevitable esfera que siempre se ocupa dentro de un entorno.

O bien puedes tomar un giro completo, verlo desde la parte más alta de la habitación, en lugar de situarse en el plano de las leyes de la gravedad, que hacen de unión entre la superficie y tu contacto principal con el terreno. Tomar la palabra márgen como el espacio dominado por el color blanco, y cuyo único dueño es la indiferencia y la inexistencia de rasgos anteriores a tu presencia.

Siempre que sea necesario, deja la lejanía para los barcos en el horizonte, utiliza la distancia para separar brevemente las palabras, expresa la pasividad como la actitud de centrarse en lo importante en vez de distraerse con lo sugerente.

En lugar de mantenerte al márgen, escribe sobre ellos. Las palabras tomarán un mayor número y contarlas resultará más complicado para todos aquellos ingenuos que se dedican a ello en lugar de leerlas. Ellos deberían ser los habitantes y ocupantes de las estancias opresoras y las cuevas ancestrales. El cielo debería estar considerado el premio para los que logran distinguir y elegir la diferencia entre aprovechar y desprestigiar. Y las nubes, el premio de consolación reservado amable y dignamente para los que se hallan en proceso de aprendizaje, y que no se conforman con cualquier espacio en blanco, sino que directamente, toman su vida como cuaderno. Quizás hubiera de blanquear ligeramente la tonalidad de mis hojas, el color gris no es aceptado dentro del color blanco, característico del tapiz artístico.

Por hoy, me han otorgado secretamente una nube con mi nombre grabado. Espero que no sea nube tormentosa ni lluviosa, estoy orgulloso de ella.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Lineas

Un trazo. Y después otro. Más tarde, seguramente se produzca otro movimiento de igual nombre. Siempre ocurre igual y en cambio, no termina.

Podemos plantearlo como si cada persona representara una línea en la vida de alguien. La conoces, y ya poseemos el primer punto, el que siempre resulta ser el de partida. Surge algo en común, confluyen tardes y sonrisas y con ello somos capaces de situar un segundo punto, aquel que por la matemática mas sencilla y elemental, cualquiera es capaz de esgrimir una recta cercana a la perfección. Pero sólo este planteamiento es correcto, los números presentan multitud de limitaciones cuando llegamos al terreno de la práctica, al lugar donde transcurren las vidas y no los cálculos.

La línea queda marcada. La persona queda atravesada, colgada, pendiente de ella. Pero la estadística nos asegura que hay multitud de puntos que pueden llegar a nosotros, como un coche viaja de A a B en un examen o una coordenada nos permite encontrar nuestro destino buscado. Cuantas más líneas, mayor es la superficie de dibujo que tendremos que utilizar para representarlas. Se trata de un crecimiento exponencial en el cual pueden producirse conflictos de intereses, relaciones complicadas o amores imposibles. Pero también puedes hallar la respuesta a tus esfuerzos o la visión que supera a tus mayores expectativas.

El problema siempre será el mismo. La araña puede enredarse con su propia tela. El ángel mas atrevido puede estrellarse contra el techo del cielo. Y el que traza líneas puede quedar sujeto a ellas como una marioneta. Cualquiera puede manejarte, mover una mano en el sentido contrario de donde quieres apoyarte, hacer que des un paso en falso cuando quieres avanzar. Sí, las líneas han ayudado a levantar los mayores imperios, pero también han sido partícipes de su hundimiento.

Para nosotros, son inofensivas. Podemos convertir en ceniza el papel sobre el que las dibujamos. Podemos eliminar el trazo con un movimiento de goma de borrar. Podemos rectificar su dirección para que pasen de largo y ni siquiera se conviertan en tangentes a nosotros.

Y por qué no, también podemos optar por dibujar círculos. Poseen un mayor atractivo, mayor perfección y tiempo de elaboración, y ademas siempre toman una forma cerrada, sólo para nosotros, sus poseedores. Y sobre todo, cuentan con un número infinito de puntos y un centro para situarlos, algo que deberíamos de aprender de ellos, puesto que nunca son capaces de completarse a sí mismos y por ello pueden dedicarse infinitamente a una búsqueda incesante de sus partes y componentes más esenciales. Y por si fuera poco, nacen, crecen y mueren conociendo su centro, el punto hacia el que cualquiera puede expandirse y moverse.

Comparados con ellos, las líneas resultan ingratas, vacías y mentirosas. Envidio a los círculos...

domingo, 8 de noviembre de 2009

Paranoia (de Maxi Carrasco García)

Se sentía perseguido, otra vez estaba alli, pensaba que por fin había conseguido despistarle pero por lo visto de alguna manera le había seguido la pista.

Después de salir de los grandes almacenes le vió de nuevo, un instante sólo, cuando miró de soslayo por encima del hombro. Un bulto rojo inconfundible.

Aceleró el paso evitando mirar hacia atrás, giró la esquina con la intención de echar a correr y casi se dio de bruces con él. Había algo en su barba blanca que le ponía los pelos de punta. Vió el autobús en su parada y se dirigió hacia el como el naufrago que se dirige hacia su tabla de salvación.

Consiguió montar en el autobús, se había salvado, había conseguido despistarle. Su corazón empezaba a recuperar el latido normal cuando oyó detrás de si un inconfundible OH! OH! OH!, giró la cabeza y allí estaba de nuevo. El miedo dio paso a la rabia, si le estaba buscando le había encontrado.

Fue hacia él y le estampó un puñetazo en la cara que tumbo de bruces a su perseguidor. Por fin se había librado de él. No pensó que fuera tan fácil.

Bajo del autobús con la tranquilidad del que sabe que sus problemas se han solucionado, ahora no le podría seguir, pensó mientras el autobús se alejaba.

Comenzó a andar disfrutando de la sensación de libertad y de repente le dio un vuelco el corazón, allí estaba de nuevo, unos metros por delante de él. No podía ser cierto. Se dio la vuelta para huir y prácticamente a su lado, cruzando la calle y caminando hacia él, apareció un clon de su perseguidor.

Ahora lo veía claro, era un invasión. ¿Por qué nadie hacia nada?. ¿Solo él se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo y por eso era perseguido?. Si eso era..... Sobre él recaia la responsabilidad de liberar a la humanidad de la tiranía de los hombres rojos. Se dedicaría a ello con esmero, las generaciones venideras le conocerían como el exterminador de los hombres rojos. Empezaría ahora mismo.

La Foto (de Maxi Carrasco García)

Disponía de media hora, antes de que subiera Diego con los niños del parque para ver tranquilamente las fotos de las vacaciones. Raquel se sentó en el sofá del salón con un suspiro, se descalzó y estiró los pies sobre la mesa.

Llevaba toda la tarde recogiendo las maletas y por fin podía reposar un rato. – Veamos – dijo bostezando y comenzó a pasar lentamente las fotos rememorando cada uno de los buenos momentos de las vacaciones.

Le encantaba tener fotos de los lugares que visitaba de vacaciones, pero no le gustaba mucho salir en ellas. Siempre se veía poco natural o mas gorda de la cuenta. Sin embargo sus hijos y su marido siempre salían fantásticos, por lo menos eso le parecía a ella.

Cogió entre sus manos una foto en la que aparecía ella misma sonriendo junto a un hombre alto, delgado, moreno, muy pálido con un rostro serio completamente fuera de lugar al lado de ella, vestido de una manera muy formal y elegante, aunque un poco arcaica. No recordaba haber hecho esa foto. La apartó para preguntarle a Diego si él se daba cuenta de cuando habían tomado esa foto. Se sentía un poco inquieta sin saber muy bien por qué. Tenía la sensación de que el hombre la observaba.

¡Qué tonta soy! – Pensó. Sin embargo fue a darle la vuelta a la foto para no tener que verla y en ese mismo instante, justo en el momento en que terminaba de volverla, por el rabillo del ojo le pareció que el hombre de la foto movía las manos. Le dio un vuelco el corazón al mismo tiempo que se le ponían de punta los pelos de la nuca. De repente tenía unas ganas inmensas de que Diego volviera con los niños.

Raquel continuo pasando fotos, intentando concentrarse en los momentos mas agradables de las vacaciones, pero su mirada se desviaba continuamente hacia la foto vuelta que había dejado encima de la mesa del salón. La foto le producía una sensación de inquietud que le impedía disfrutar adecuadamente de su momento de descanso.

- Ya soy una persona adulta - se dijo a si misma, aunque no le sirvió de mucho. Haciendo un esfuerzo de autocontrol, se obligo a volver la foto de nuevo para convencerse de que su imaginación le había jugado una mala pasada. La foto había cambiado, el hombre que había visto antes ya no estaba.

- ¿Pero que..?. Antes lo vi ¿no?. No me lo he imaginado - desde luego su rato de ocio se estaba convirtiendo en una película de miedo y Raquel era muy miedosa.

Pasado un instante decidió que todo era fruto de su imaginación, el hombre nunca había estado en la foto y ella se había asustado con alguna sombra o brillo extraño o vete tú a saber qué. Decidió que seguiría viendo las fotos de las vacaciones incluso se permitió una ligera sonrisa por lo tonta que a veces podía llegar a ser.

Cogió la siguiente foto. Era de la recepción del hotel donde se habían alojado, un lugar decorado con muy buen gusto que le pareció ideal para una foto. Sin saber muy bien por qué se fijó en la cara del recepcionista. ¡Era el!, y le estaba saludando con una sonrisa de depredador pintada en su cara.

Tiró la foto al suelo. El corazón le latía a toda velocidad, carente de todo ritmo, como si fuera un motor que ha pasado el limite máximo de revoluciones y esta al borde del colapso.

Raquel se quedo de pie con las fotos a sus pies, esperando, paralizada por el terror. Poco a poco las palpitaciones fueron disminuyendo. En su cabeza se cruzaban todo tipo de pensamientos. “¿Por qué tarda tanto Diego?. Son imaginaciones mías . No voy a tocar las fotos hasta que venga Diego y luego me reiré con él”.

Su corazón iba recuperando el latido habitual y en ese momento oyó en un susurro pero claramente – ¿Te gusta mi compañía?. Estarás conmigo toda la eternidad.

Raquel giró bruscamente sobre sí misma, había escuchado la voz como si alguien estuviera situada justo detrás de ella y le hubiera hablado suavemente al oído. Saco fuerzas de flaqueza y consiguió elevar su voz por encima del grado de murmullo - ¿Quién está ahí?. Mi marido vendrá enseguida – la amenaza le pareció absurda incluso antes de terminar de hacerla, hasta le pareció oír un risa ahogada.

Le temblaban las piernas y de nuevo su corazón estaba al límite de su capacidad. Transcurrieron unos minutos. Permanecía de pie en mitad del salón sin saber muy bien qué hacer, todo parecía haber terminado. Se dirigió al baño un poco mas tranquila, quería refrescarse. Encendió la luz, abrió el grifo , se inclinó para mojarse la cara con las manos y cuando levanto la vista hacia el espejo allí estaba el hombre, justo detrás de ella, con la mirada fija en sus ojos.

Chilló con la fuerza de un huracán y luego...

Estaba sentada en el sofá del salón, completamente empapada de sudor, con las fotos entre las manos. Se había quedado dormida. Cuando por fin pudo respirar con normalidad, se levanto, cogió las fotos y sin atreverse a mirarlas las prendió fuego en la pila de la cocina. Después cogió las cenizas y las tiró por la taza del inodoro. Mas tarde pensaría en que le iba a decir a Diego de las fotos.

domingo, 18 de octubre de 2009

Empezamos

Un instante, una palabra, una idea. Tres elementos intangibles que comienzan a tomar su forma y su cantidad de realidad a medida que avanzo por la ruta de las consonantes y la senda de las vocales.

Hay quienes llaman a este hecho inspiración, otros escritura, otros pasatiempo, otros forma de vida. Intento relacionarlo todo, introducirlo en una licuadora y tomar de cada verdad todo aquello que pueda serme de utilidad. Inspiración es solo una palabra para tratar de encontrar una razón a uno de esos hechos que suceden cuando necesitas calmar la sed de expresión y el hambre que te obliga a devorar párrafos.

La escritura, qué vamos a decir sobre ella, es una amante viciosa y voluptuosa con la que sólamente unos intrépidos aventurados consiguen contraer matrimonio. Lo único en comun que tiene todo esto con un pasatiempo es que también comparto mis letras con la expresión que aporta mi personal caligrafía. Y como forma de vida...tiempo habrá, por ahora, que congenie con todo lo que me rodea, que tiempo y espacio sobran para algo que pide tan poco y que al contrario de todo lo que comienza siendo material, aporta tanto.

Intentemos verlo como un saludo, algo dicho desde una cueva y que por ello, provocará una conversación con el travieso y juguetón eco.

lunes, 5 de octubre de 2009

El inicio de una nueva etapa

Por el momento vamos a crear todo el contexto en el que vamos a desarrollar nuestra idea linguística y cuando esté finiquitado empezaremos a introducir nuestros textos.

Esperemos que los disfruteis, leais, comenteis...


Inicialmente deseamos encontrar una plantilla a nuestro gusto, colocar las imágenes necesarias y descripciones que estimemos oportunas, arreglar el diseño del blog de forma que nos sintamos agusto...


Cada novedad las notareis sin problemas, os mantendremos informados.